viernes, 10 de agosto de 2007

Hablar por hablar

Para hablar por hablar sin decir más que nada, el silencio es mayor que las voces cansadas de los que bostezan en la sala de espera de la eternidad. En las horas donde uno busca refugio y el recuerdo golpea las puertas de mi memoria, salto hacia otra Buena anécdota de vida. Esta vez sin nombres ni mayúsculas. Sin ninguna fulana que opaca una inspiración que hacia tiempo no venia a visitarme. En estos días siento que voy a escribir toda mi vida, como un escape al silencio que vengo viviendo desde hace mas de un ano. Un trampolín hacia mis sentimientos, sin tener que estar pensando donde pongo la H. Las tormentas de recuerdos ya han formado océanos donde las benditas sirenas del mar muerto ya no bailan y son algo incoherentes en su discurso, algunas hablan de amor, otros hablan de amigos, algunas son mudas (las que más duelen). Y mi juego cotidiano es tratar de ponerle un nombre a cada una de ellas ya que vienen acompañándome esporádicamente por décadas. También me enfrento a quien fui, y fuimos tantos, algunas veces me encuentro con mis otros yo, mis pasados y nos pasamos la tarde o el instante sonando como serán nuestros yo futuros. En esas charlas recordamos anécdotas, kilómetros de ruta recorridos, nos reímos de cuando éramos chicos, o de las veces que hicimos el ridículo. También compartimos en silencio el saber que somos tan distintos, que los anos han mutado mi cuerpo, mis colores, mis sabores y mis discos. Saber que ultimo que reine en nuestra era, será el que cierre finalmente la página del libro que se empezó en mes de primavera hace ya 30 anos sin más opción que forjar un destino. Luego por fin llega el aburrimiento, y los saludo y sigo mi camino, para encontrarme los que ya están viniendo que son distintos pero conocidos. Por hablar por hablar, prefiero el silencio sin recuerdos.

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