jueves, 11 de octubre de 2007

Cuento

Sin trabajo en un jueves normal, sin sobre saltos, preparo el desayuno y desde temprano hago sonar la música que me gusta, que poco necesita el hombre feliz en la simpleza de una vida lejos. Acostumbrado a mas, me preocupo de querer ser muy distinto en tantos caminos y maneras. Fragmentos de una vida hecha polvo, alboroto popular y sabor a puchero. Hoy me desperté con la inspiración singular de un artista menor, adolezco de inspiración actoral, muchas ganas de jugar, ganas nuevas. Creo que la nube negra quedo atrás y he encontrado finalmente ese pequeño punto de luz que parecía tan lejano en el horizonte. Y es una puerta, una gran puerta de marcos dorados, una entrada de gigantes. Quien habrá cruzado este portal antes?, quienes habrán sido los legendarios que se atrevieron a caminar por la oscuridad durante siglos, solo siguiendo una estrella perdida en el infinito negro de la noche eterna. Cuantos miles de guerreros en busca de su descanso, finalmente atravesaron este portal sin tiempo, milenario testigo de los siglos pasados, de tantas odiseas y pecados. Hoy aquí, la luz que me enfrenta hace imposible mirar del otro lado, como si todo fuera blanco oro, todo puro y luminoso, como que la suciedad no existiera, en un lugar donde no existen sobras, donde todo es un espejo de luz. He llego finalmente a este lugar celestial, tan puro y perfecto que no puede ser real. Lo mas extraño de todo es que la gente es bella pero sin formas definidas y nadie me mira. Pero seguro con el tiempo haré grandes amigos. Antes de cruzar finalmente el umbral un señor de barba blanca hasta la cintura me pregunta si estoy seguro de que es aquí donde quiero pasar el resto de los tiempos hasta el día final. Creo que nunca nadie me había hecho un pregunta semejante, jamas. Por eso me tome 5 minutos para pensar y le conteste con otra pregunta, que quiere decir con: hasta el día final. Con su voz de ultratumba y su mirada azul me contesta pacíficamente que este era el paraíso, que aquí no se siente dolor, no se hacen preguntas sobre la muerte, ya que no existe, que no hacen falta placeres mortales por que con la iluminacion celestial, nuestras almas ya nada necesitan, es el lugar donde viven los santos y los dioses, que solo reina la paz interior, la energía hecha luz y toda la felicidad que falta en el mundo real. Luego de tremenda respuesta, me pregunte que estaría haciendo yo por estas latitudes, yo que no soy ni santo ni dios, que habría hecho para llegar a este tiempo final, al lugar donde nunca se muere, donde no existe el mal. Tal vez mi constante retorica sobre la muerte y el dolor, o mi sensibilidad extrema, o mis días de una búsqueda sin respuestas de por que tanto miedo y perdición. No lo se, el punto es que estoy en frente de el paraíso, algo que nunca creí conocer, mucho menos después de haber pasado tanto tiempo en la mas profunda oscuridad, en el mismo hogar de los demonios, en el infierno de mi propia mente, prisionero de sus miserias y debilidades mortales. Tan humano soy, que no puedo encontrarle explicacion a este regalo del cielo, a esta bendición celestial de poder ser un ángel aunque sea un momento. Pero como los regalos, no se eligen, y sin dudas me gustaría terminar en un lugar como este, algún día, cuando ya no sienta mas fuerzas para seguir caminando, preguntando, sufriendo, amando, queriendo, escribiendo y llorando vida. Pero hoy, hoy por hoy, me siento vivo y dispuesto a mas y nuevas aventuras. Fue ahí, cuando mire a este señor que parecía tener 1000 años, sus ojos celestes eran como el mar Mediterraneo, claros, cristalinos, azules perfectos, infinitos, casi sin poder pronunciar solté mi pregunta al viento: "disculpe buen señor puedo volver en unos cuantos años, o mi admisión tiene un tiempo limite? Creo que su sabiduría hizo el resto, sin decir nada, la puerta de la vida eterna se fue cerrando lentamente, el suelo se abrió de repente y comencé a caer desde no se bien donde, todo era tan oscuro, solo lograba ver rostros conocidos olvidados hace mucho. Había perdido noción del tiempo y del espacio. Tratando de pensar donde estaba o que había hecho antes de llegar a aquel sitio, también se me ocurrió que podría haber ofendido al guardia de los cielos y me estaba cayendo en el mismo infierno y que seria condenado a siglos de dolor, ahí el pánico y el mido se apoderaron de mi, cuando de repente un grito me despierta, abro los ojos agitado, bañado de transpiración y reconozco estar en mi habitación. Solo fue un sueño, el mas real de los sueños, aun no se si estuve muerto por un momento y me mandaron de nuevo desde el cielo, fue tan real. Pero sin dudas algo queda pendiente por hacer en este mundo mortal, espero no visitar el paraíso hasta dentro de mucho tiempo.

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