domingo, 2 de septiembre de 2007

Casas sin nombre

Contando, siempre contando como que necesito testigos en este peregrinaje, pensando siempre pensando, posibilidades, acciones futuras, pasados auditados. A veces me pongo a pensar en cuantos lugares he dormido, en cuantas camas, pisos, colchones, sofás, autos, etc...cerré lo ojos para entrar en sueños. Cual fue el mejor lugar donde dormí? Me acuerdo que de chico, cuando tenia no mas de 12 anos, cuando era Piter Pan con mi casa en el árbol, siempre estaba en búsqueda de casas abandonadas. Como molinos de viento, gigantes desafiantes, se presentaban como la expedición perfecta a un mundo desconocido. Conquistar ese espacio anejado, centinela de docenas de inviernos. Las historias barriales contaban que alguien había muerto en esa casa, hoy que mi novia no es Wendy entiendo que una historia había muerto en ese campo de batalla. Entrabamos luego de horas de fantasía juntando coraje. Una vez dentro, cada paso era un misterio, cada objeto un asombro, cajas, papeles perdidos, muebles sin tiempo, cajones por abrir, fotos de épocas felices, ropa con olor a olvido. Un mundo bizarro de alguien que se fue muy rápido para no volver. Historias interrumpidas. Revolver, mirar, preguntarse para después partir con una aventura mas en los bolsillos de mi niñez lejana. El botín eran unos cuantos suveniers que adornarían la guarida. De un tiempo a esta parte las aventuras han cambiado de norte y mis suveniers pagan impuestos. Aunque quiera no podría decirles cual fue el mejor lugar donde dormí. Aunque se me hace ruido a infancia. Un fuerte olor a iglesia me resucito esta mañana con ganas volver un tiempo. A veces necesitamos volver a ver como esta todo, como estar parado en la calesita esperando la vuelta , con el brazo extendido esperanzado de sacar la sortija y girar una vez mas.

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